En Otro Fin Del Mundo, nos visitó Emiliano Pasquier, integrante de Recreo Uruguayo (bajista, compositor, ilustrador, parte del equipo de comunicación de la banda), y podemos charlar con él acerca de la celebración de sus 100 recitales, de los orígenes de Recreo, sus mutaciones e influencias a la hora de ir dándole forma a esta propuesta musical en permanente cambio, en constante búsqueda de “no petrificarse”.
En el repaso de los inicios, Emi rememora los primeros toques en vísperas de los 100: “El recital 1 fue en la FLIA, el recital 2 fue acá abajo en el Olga Vázquez. Me encanta tocar en el Olga, es un lugar que quiero mucho, de habitarlo casi siempre de noche. Sé que acá siempre se construye cultura, pero casi siempre lo he habitado de noche”.
A su vez, da cuenta de como empezó el proyecto sin grandes pretensiones de trascendencia y fue cambiando al calor de los recitales y la recepción de la gente: “Recreo nació como el proyecto B de todos, a ser el proyecto A de todos. Y hay una cierta conciencia sobre eso, hay cierto descontrol en los recitales de Recreo, algo catárquico, bacanal, como se quiera llamar. Y hay que cuidar un poco de no ponernos demasiado conscientes de nosotros mismos, volverse solemnes. Hay un ejercicio reflexivo de decir: “tratemos de relajar un poco”, a pesar de que tenemos mayores obligaciones”.
Le consultamos acerca de la mirada de la vida cotidiana que atraviesan las letras de la banda y cómo las atraviesan un componenete generacional: “Yo tengo 36 años, Emir y Napo también. Somos del año 1989, no separa solo un mes y medio a los tres. Yo nací el 29 de abril, Napo 16 de mayo y Emir 19 de junio. Emir tiene otro tránsito por la cultura, más movedizo; Napo y yo somos de la música, yo menos, soy más tocador de instrumentos. Ya cuando tenés 36 años, hay un subtexto en la vida que te dice “¿hasta cuándo vas a seguir haciendo esta boludez?”. Hay una idea de que lo que no es productivo no sirve. Todos los días me despierto, me pregunto si dejo la música y me digo ni en pedo. Y con Recreo pasó algo muy lindo, porque no nació con pretensiones y esa falta de pretensión hizo que suene genuino”.
En lo generacional, también hay un claro atravesamiento político, de experiencias y procesos trasnitados que encuentran una traducción en lo que Recreo dice y propone:”Como una generación que ya vivió el neoliberalismo, la crisis del 2001, ay una cierta responsabilidad político. Por ahí en el primer disco se nota menos, pero si te acercabas a los recis, veías que había una bajada de línea muy de ética punk. Y creemos que en este segundo disco se trasladó. Estábamos en junio en el patio de Casa Zeta y les digo “chicos, va a ganar Milei, tenemos que hacer un disco que dialogue con eso”. Y ya lo veníamos haciendo”.
“Tenemos esa joda de que Recreo es como un santo milagrero. No les pidas cosas porque te las cumple. Y es medio como un santo maldito, medio extorsivo. Si no te haces el tatuaje… jeje”, sintetizaba el espíritu de la banda Emiliano.