Las imagenes de un tanque intentando derribar la puerta del palacio de gobierno se multiplicaron en minutos y recordaron viejas épocas en latinoamérica. Las palabras de un analista boliviano en el programa de radio que realizamos junto a Radionauta
En una tarde tensa en La Paz, Bolivia, un intento de golpe de Estado sacudió al país. Un tanquetazo protagonizado por militares tomó la Plaza Mayor y llegó a golpear las puertas del Palacio Quemado. La situación, aunque controlada, ha dejado una estela de preocupación e incertidumbre en la nación andina.
El miércoles por la tarde, comenzaron a circular imágenes en teléfonos y televisores mostrando una tanqueta ingresando al Palacio Quemado, el edificio gubernamental de Bolivia. Allí, en la denominada “Casa Grande del Pueblo”, estaban el presidente Luis Arce y sus ministros en una sesión de gabinete.
Durante la emisión del programa radial “Malos Perdedores”, realizado entre Pulso y Radionauta, Héctor Udaeta, analista político boliviano, expresó su alarma por el contexto vivido. Udaeta describió que el general Zúñiga, quien lideraba las Fuerzas Armadas, había hecho declaraciones contra el expresidente Evo Morales y su posible reelección, evocando tiempos de dictadura. La tarde del golpe, Zúñiga intentó liderar un levantamiento militar, que fue rápidamente sofocado, pero no sin antes sembrar el miedo y la tensión en la ciudadanía.
“Desde la izquierda nacional, el temor es palpable. Las memorias de la violencia estatal de 2019 aún están frescas, y cualquier acción militar se recibe con alarma. Aunque el intento fue burdo, la preocupación persiste debido a la historia de represión en Bolivia y América Latina”, expresó el analista, y agregó que el golpe dejó claro que, “a pesar del respeto verbal por el mandato presidencial de Luis Arce, la acción militar demostró lo contrario”.
Horas después, la falta de apoyo de sectores militares pasivos y la condena de la expresidenta Yanira Añez mostraron divisiones internas, “aunque esto no reduce la gravedad del intento”, explicó Udaeta.
Según el analista, Bolivia enfrenta una crisis económica severa, con escasez de dólares, inflación y desempleo en aumento. La presencia militar en las calles, lejos de tranquilizar, exacerba el nerviosismo de una población ya golpeada por la falta de bienes básicos y el encarecimiento de la vida.
A pesar de que el presidente Arce se mostró sonriente tras sofocar el intento de golpe, la situación en el país sigue siendo crítica. La economía y la gobernabilidad se ven amenazadas, y la tensión política no parece tener una resolución a corto plazo.
Crisis del partido hegemónico y amenazas militares
Mientras tanto, el Movimiento al Socialismo (MAS) enfrenta una crisis interna que podría dejarlos sin representación efectiva en las próximas elecciones. La división en su dirección y la falta de resolución de este conflicto interno ponen en riesgo su participación electoral.
Las movilizaciones del MAS y otros sectores sociales podrían aumentar, desafiando al gobierno y al Tribunal Supremo Electoral. En este contexto, la posibilidad de nuevas represiones y detenciones aumenta, complicando aún más el ya difícil panorama político y social de Bolivia.
A las pocas horas se conocieron las declaraciones del Jefe del Ejército Zúñiga, expresando que distintos militares formarían parte del nuevo gabinete del gobierno. “No puede seguir más así nuestro país”, dijo Zúñiga.
Luego de que Luis Arce modificara urgentemente al jefe de armas, el presidente democrático expresó: “La actitud de los militares que lamentablemente repiten la historia reciente del país, tratando de hacer un golpe de Estado, cuando el pueblo boliviano siempre ha sido un pueblo democrático”. Agregó que en el gobierno nacional y su gabinete de ministros y ministras, el vicepresidente y “junto al pueblo boliviano y los militares que saben respetar la democracia, ganada con el pueblo en las urnas”.
Arce también convocó al pueblo boliviano: “Necesitamos que el pueblo se organice y se movilice en contra del golpe de Estado y en favor de la democracia. No podemos permitir esto, queremos exhortar a todos a defender la democracia y estamos firmes en Casa Quemada, con nuestras organizaciones sociales”.
Zúñiga, derrotado, contó que el pasado domingo se había reunido con Arce, quien expresó la feroz crisis que estaba viviendo: “Decidimos juntos sacar los blindados para aumentar su popularidad”.
Fueron los pobladores en la capital que, al grito de “¡Democracia!” y “¡Unidad en la calle!”, y “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, expulsaron a los militares que ya habían regresado a los cuarteles.
Bolivia sufrió una interrupción golpista en 2019 durante el tercer mandato de Evo Morales. Desde 2006, el Movimiento al Socialismo (MAS) ha gobernado el país. Sin embargo, su presidente actual, Arce, está peleado con Evo Morales. El partido está dividido, y se estimaba que Morales se presentaría en 2025, pero la justicia se lo había negado, o al menos había una discusión respecto a la interpretación. Hay graves acusaciones entre ambos bandos del MAS.
La semana pasada, Zúñiga declaró que haría lo imposible para que Evo Morales no pueda ser candidato en 2025. “La fuerza militar tiene la función de hacer cumplir la constitución del Estado. Somos un brazo armado de la patria y vamos a defender a toda costa la constitución política y los intereses de la patria”, dijo en una entrevista.